18 octubre 2009

2 cuentitos

Un cuento REALMENTE breve

La oscuridad vino… y se fue.


Las campanas que no suenan

“Hmmm… ¡Hola!... ¿Hola?... Hola, ¿cómo estás? ¿Bien? ¡Me alegra mucho oír eso! ¿Yo? Pues… yo “estoy” jaja y dejémoslo ahí… ¿Por qué? Pues porque no sé en realidad qué hago aquí. ¿Tú me trajiste? ¿Por qué?... ¡Ohh, pero qué linda decoración tienes tú aquí! Paredes así no había visto en mucho tiempo, desde que… bueno, bueno, no importa en realidad, ya lo pasado, pasado, ¿no? Y… ¿Qué me cuentas? ¿Nada? Debes ser una persona aburrida si no tienes nada para contar, yo recuerdo que mi mamá me dijo una vez que si no tienes nada bueno qué decir, no digas nada… ¿No tienes nada bueno qué decir? No importa, si lo que tienes que decir es malo, dilo con confianza, estás entre amigos, pero antes debo preguntarte algo rápido, si no te molesta ¿Quién eres?... está bien, no me tienes que decir quién eres si no quieres, no hay problema, ya habrá tiempo después, ¿tampoco quieres decir nada? Entonces supongo que yo hablaré, porque si no, nos aburriremos mucho, ¿no crees?

Déjame contarte algo rápido, una vieja anécdota de mi juventud, jaja, lo cual es gracioso, que mi juventud tenga algo de viejo es irónico, estaba yo con mi mami un día en su habitación, mi mami era una mujer flaca y algo débil, se lastimaba con facilidad y tardaba mucho en sanar, ella no me hacía mucho caso, estaba metida en su mente, sólo miraba las paredes blancas… sí, más o menos blancas, como estas paredes de aquí sólo que más acolchonadas, tenían que estarlo o de lo contrario se teñirían de rojo carmín y a mí me gustaba el blanco sin ningún otro color, en fin, yo hablaba y hablaba y hablaba pero mi mami no respondía, me aburrí un poco, la verdad, pero siempre me gustó estar con mi mami, le intenté peinar el cabello porque sus manos no alcanzaban su cabeza, siempre las traía atoradas en la blusa… ¡ay, esa mujer siempre tan caótica! Cuando me acerqué a peinarla ella me tiró una mordida, yo me hice para atrás… claramente le gustaba su cabello como estaba y seguí hablándole…

Seguí hablándole pero no me hacía caso, sólo miraba las paredes blancas… no, no sólo las miraba, las olía, las sentía a la distancia y las oía… ella una vez me dijo que oía el repicar de campanas en la distancia y en la cercanía de las paredes blancas, yo nunca las oí pero siempre creí que debió ser muy bonito porque nunca les dejó de poner atención… ni siquiera por su propio hijo… en fin, ella seguía oyendo sus campanas pero yo quería hablarle, el tiempo de visita casi se acababa y no quería dejar a mi mami otra semana más sola, quería que apreciara que estaba ahí con ella, pero ella seguía con sus paredes blancas y no me hacía caso, ni siquiera me volteó a ver una sola vez… me desesperé y como no quería ser mordido otra vez, tan rápido como pude la tomé de la cabeza y la forcé a que me volteara a ver, pero entonces oí un sonido como el que hacían mis superhéroes de plástico cuando les descomponía un brazo o una pierna y había que ponerles pegamento… la cabeza de mi mami bajó como cuando se quedaba dormida sentada… supe que la había roto como a mis superhéroes y no tenía pegamento conmigo porque no me permitían pasarlo al cuarto de mi mami, así que llamé a los hombres de afuera para que le pusieran pegamento y la arreglaran… no sé qué pasó después en realidad… recuerdo haber gritado en el pasillo que fueran a ayudarme, después no recuerdo absolutamente nada y ahora estoy aquí contando esta anécdota…

Bueno… de hecho no recuerdo mucho más que haber pasado aquí en este lugar ya algún tiempo, porque me han deseado una feliz navidad unas cuantas veces… así que como mínimo es diciembre o ya pasó… extraño a mi mami… ahora que lo pienso… no se descompuso, ¿verdad? La maté… ¿verdad? Le rompí el cuello, ¡como a un pollo! Jaja ella siempre fue débil pero no creí que tanto… pero si tan sólo me hubiera volteado a ver y no a morder nada de esto habría pasado… si tan sólo no hubiera sido cautivada por esas paredes blancas… esas paredes blancas… estas paredes blancas, si tan sólo no hubiera oído ella las campanas o si tan sólo las hubiera oído yo en aquel entonces, podríamos haber compartido algo, pero… ¿de qué me sirve oírlas ahora?... ¡Malditas paredes blancas! ¡Malditas campanas que no repican, que no se oyen! ¡Malditas campanas que no suenan!